Cristo de la Fe

Historia y obra

A principios de enero de 1963, D. Manuel Navarro Sierra, párroco de las ermitas de Santa Cruz y San Roque de la época, viajó a Madrid, junto a Antonio Asensi Moya “Toín”, para adquirir una talla de un Cristo Crucificado. Allí, el 19 de enero de 1963, se formalizó el contrato de la imagen del Cristo de la Fe, por el autor de la obra, D. José Ortega Bru y D. Manuel Navarro Sierra ,cuyas dimensiones eran 4,20 x 2,20 metros en Cruz y 200 kilos de peso, aproximadamente,  por un coste de 60.000 pesetas. Las andas, de acuerdo a la idea del párroco, fueron realizadas por los ingenieros y el equipo de talleres de los trabajadores del Puerto de Alicante.

Las reticencias hacia la nueva imagen y el hecho de que no hubiera lugar en la ermita de Santa Cruz, debido a las dimensiones de este templo hicieron que fuera llevado hasta la ermita de San Roque. Allí, al descubrir la imagen, fue José Gómez Hernández “El Quinino” quien hizo célebre la frase «Xè, si pareix un gità». Y como «El Gitano» se le conoce popularmente en la actualidad.

En el año 2004, la obra originaria de Ortega Bru fue restaurada por Gemma Mira Gutiérrez, restauradora conservadora de bienes culturales. Durante unos trabajos que se desarrollaron por un espacio superior a tres meses en su taller de Elche, tuvo que desinfectar, según El Mundo-Alicante, la madera atacada por la carcoma, consolidar el denominado soporte leñoso, reparar las grietas y fisuras mediante inyecciones de adhesivos, consolidar los dedos mal adheridos en anteriores reparaciones y vueltos a situar como los colocó originalmente el imaginero, eliminar los restos de pintura ocasionados por las tareas de restauración de la Ermita, quitar la suciedad que presentaba la talla, limpiar la resina de los nudos de la madera, rellenar las oquedades con resina, y cerrar los orificios ocasionados por la carcoma y los clavos en la Cruz. En su Informe Técnico significó como “destacable” la labor del imaginero “ya que es poco usual la escasa policromía con la que se ha tratado la imagen, sirviéndose de la belleza propia de la madera y sus vetas”.

Curioso fue también el caso de la corona de espinas, totalmente destrozada antes de llegar al taller de la restauradora. Según relató la propia Gemma Mira a Juani Hernández, “las espinas originales, que eran de madera, se habían quebrado y se habían colocado unos palillos en su lugar, que se rompían enseguida. Hubo que optar por sustituirlos por unas espinas de cactus que son más duras, aunque pinchan muchísimo”. En el transcurso de esos trabajos, y en la parte posterior del Paño de Pureza, se pudo apreciar la firma del imaginero. Ese mismo año, en el 2004, El Gitano estreno faldillas nuevas.

Fue Talleres Benedicto el que, en el año 2009, sustituyeron los pebeteros de fuego, junto con la instauración de pomos en los varales.

Un año después, en el año 2010, Talleres Sogorb confeccionó un nuevo trono, sustituyendo, así al del año 1964, siendo una réplica exacta al de la época, de acero inoxidable.

De nuevo, Gema Mira, en el año 2011, inició un proceso de restauración de grietas y arañazos, a casusa de las situaciones extremas que sufre la talla en el desfile procesional, sobre todo en la subida a la ermita. Entre estos trabajos, destacó la restauración de 35 espinas de la corona.

Tal y como se comprometió en el año 2014, cuando la Hermandad tuvo el gran orgullo de contar con la visita de D. Ángel Ortega, hijo del imaginero gaditano, D. Luís Ortega Bru, en el 2017, obró una profunda restauración, junto con los hermanos Blasco (Curro y Tono), los cuales, fueron los encargados de desclavar la imagen de la Cruz, en la Ermita de San Roque. Desde allí, fue trasladada hasta la Ermita de Santa Cruz donde los concienzudos trabajos de D. Ángel Ortega duraron dos semanas. Entre otras intervenciones, el imaginero gaditano reparó la rotura del ensamble por la cabeza en el brazo derecho, a la altura baja del cúbito y radio, repuso clavos nuevos, tallados en madera de cedro, en los pies y las manos. También, las pérdidas en sudarios por ensamble de un postizo de la misma madera, y el posterior tallado y policromado. Se reemplazaron las espinas de acacia situadas en la corona, y se le realizó una limpieza general.

Aprovechando la profunda restauración y estudio de Ortega y los hermanos Blasco, la Junta Directiva, por unanimidad, decidió volver a la estética original de los pebeteros de fuego de los años originarios. Para elló, se contó con la eterna colaboración de D. Miguel Cutillas.

Compendio de restauraciones.

2004. Restauración por Gema Mira Gutierrez y estreno de faldillas nuevas.

2009. Restauración de pebeteros de fuego, a cargo de Talleres Benedicto (Orihuela).

2010. Nuevo trono de acero inoxidable, a cargo de Talleres Sogorb (San Vicente del Raspeig).

2011. Restauración de grietas y arañazos, por Gema Mira.

2017. Restauración general y estudio de D. Ángel Ortega, hijo del autor de la obra, D. Luís Ortega Bru, junto con los hermanos Blasco. Sustitución de los pebeteros por una réplica de los originales, a cargo de Miguel Cutillas.

Desfile procesional

La imagen de El Gitano se incorporara al desfile procesional en 1964, gracias a la tenaz tarea del párroco quien contó con el joven Salvador Riquelme “Saoro” como uno de sus puntales. La base de su adorno floral, en este primer año, era de césped y arena de la playa, lo que aumentaba considerablemente su peso. Lo hizo desde ese emblemático lugar acompañado por el Coro de San Roque, integrado por mujeres en una nueva iniciativa respaldada por el párroco, quien superó las presiones recibidas respaldado por los más jóvenes. Sin embargo, en los dos siguientes, debido a esa división de opiniones, lo hizo desde la Plaza de San Antonio.

El 22 de marzo de 1967, bajo la autorización de la Junta Mayor, junto con la imaginación y el trabajo de Salvador Riquelme González “Saoro” y Antonio Amorós Ruiz “El Patica” (entre muchos más), y donde se optó por simular en la base del paso un monte hecho con barro y yeso, y decorarlo con piteras del monte Benacantil y tulipán donado por Antonia Molina “Memé”, EL Gitano partió desde la ermita de Santa Cruz.

Dicha autorización de la Junta Mayor, transcribía de la siguiente manera:

Reunidos: José Abad Gosálvez,
alcalde y presidente nato de la Junta
Mayor. Francisco Muñoz Llorens,
presidente de la Hermandad;
Manuel Navarro Sierra, cura
párroco de Santa Cruz y consiliario
de la Hermandad, y Pedro Carbonell
Zaragoza, delegado de la Alcaldía
en la Junta Mayor.

Acuerdan: “A la vista de
las manifestaciones hechas por
el citado señor consiliario,
interpretados los deseos de
los feligreses de Santa Cruz de
que la imagen del Cristo titular
de la misma, figurara en el desfile
procesional del Miércoles Santo
y realizando su recorrido desde
la típica Ermita y oído el parecer
del delegado de la Alcaldía en
la Junta Mayor, el Ilustrísimo señor
alcalde cede a lo solicitado para
el presente año.
“Por consiguiente, en el desfile
procesional de la Hermandad de
Santa Cruz del próximo Miércoles
Santo, junto con el paso
del Descendimiento, figurará
el del Cristo titular de la parroquia
durante todo el recorrido”.

Bajo la dirección y pericia de Salvador Riquelme “Saoro”, estos fueron algunos jóvenes costaleros en los primeros años de procesión del Cristo de la Fe:

Juanito Pons, Pepito “El 3000”, Centeno, Bibi, Carrillo, Jesus, Teto, Pepito Uaracha, Armando, Hilario, Pacorrete, Mola, Manquito, Negro, Pedro, Ramón, Toín, Camarasa, Quique Tortosa, Manolo Martínez, Vicente “El Desmayao”, Juan “El del Polvorín”, “El Petaca”, “El Mozo”, “El Parra”, “El Caña”, Quique, “El Pistola”, “Suso”, “Chipirón”, “Pequeño”, “Colete”, “Canano”, “El Coco”, Tarruella, “El Chaparral”, Eliseo, Juan Aporte, Eduardo Martínez, David Gómez, “Juanitín”, Planelles, Manolo y Pepe Yago, “El Chato”, Valentin, Aragón, Juan Carlos, “El Portero”, “El Zurdico”, “El Popeye”, “El Patica”, Luis Adsuar, y “El Quilino”.

Se ha convertido en un ritual de Martes Santo por la tarde,

Bibliografia.